Lightning me encontró en lo que denominábamos “el
cascarón”. Había una pequeña zona, en la parte superior de la nave, por fuera
de las paredes que nos protegían de la variable gravedad y de los peligros interestelares,
que nos permitía escapar del encierro constante del Collapse hasta cierto
punto. No nos liberábamos por completo, pero, al menos, dejábamos de estar
encerrados por cuatro muros de metal casi infranqueable y podíamos observar algo
sobre nuestras cabezas que no fuera el mismo techo de color cobre.
Salir era peligroso. Sí, es cierto que nos poníamos
siempre el equipo de gravedad estabilizada y nos sujetábamos con la cinta (la
fabricada de cristaleno, la que no
podría romper ni una sierra eléctrica) a la cubierta para no escapar volando de
repente, pero siempre quedaba la posibilidad de que un meteorito extraviado se
chocara contra el casco de nuestra nave. Desde dentro, apenas se sentiría como
una vibración, un leve temblor. Allí fuera, sin recubrimientos de metal que me
protegieran, me aplastaría por completo.
Pero no podía continuar encerrado en la nave. Tras
ver… aquello (Thunder besando a Salamandra con pasión, las piernas de ella en
su cintura, las manos de él en su espalda… Imágenes que se repetían en bucle en
mi cerebro) no podía permanecer quieto. Tenía que salir, que respirar aire libre, aun con la bombona
de oxígeno suministrando el preciado gas que no se encontraba cerca, sino que
estaba a años luz de donde estábamos.
No sé cuanto tiempo tardó mi compañero de
habitación en encontrarme, pero no creo que fuera ni una hora. Yo estaba
tumbado en el suelo del exterior de la nave, siguiendo un cometa con la mirada,
aunque no tardaría mucho más en desaparecer de mi vista rumbo a otras galaxias.
Mis ojos seguían esa silueta, pero mi mente seguía rememorando lo que había
visto y, cada vez que lo hacía, se me fragmentaba un poco más el corazón.
Sentía un vacío en el estómago, como si todas las mariposas de los últimos días
se hubieran largado volando al chocarse contra la cruda realidad. Sentía las
extremidades flojas, como si mis nervios y mi cerebro se hubieran tomado un
descanso en su relación.
Lightning se sentó a mi lado, con la espalda apoyada
en la pared. También tenía su traje de exterior: un casco que cubría la cabeza
y al que estaba conectado el oxígeno y una fino mono negro, ceñido al cuerpo,
que contrarrestaba la gravedad. Los pesados y enormes trajes de los astronautas
del siglo XXI habían quedado atrás mucho antes de que yo naciera.
Permaneció en silencio un buen rato después de
llegar, simplemente observando el Universo girando imperceptiblemente a nuestro
alrededor, igual que yo. O quizá, también como yo, tuviera la mente perdida en
otras ideas, aunque dudaban que fueran tan dañinas como las que me cruzaban el
cerebro a mí (una y otra vez).
-
No sé si podrás entenderlo - soltó de pronto.
-
Lo entiendo perfectamente, Lightning. No tengo tres años. – Cerré los párpados. No
necesitaba aquella conversación. No quería consuelo, ni apoyo. Y mucho menos
del hermano menor de la persona a la que más odiaba en aquellos momentos de
todos los sistemas solares existentes.
Volvía a quedarse callado un par de minutos,
supongo que dándome tiempo para que me calmara, antes de continuar.
-
Nosotros… llevamos aquí tres años. Y… solo nos
relacionamos los unos con los otros, ¿sabes? Esas cosas pasan, como yo con
Sparks o Romeo y Julieta. Bueno – se encogió de hombros – Romeo y Julieta ya
vinieron así de fábrica, pero sabes a lo que me refiero.
Inspiró profundamente. Por un segundo creí que me
iba a tocar y me encogí, pero él no se movió ni ápice.
-
He venido a decirte algo, Sky. Algo concreto. Sé
que ahora mismo solo tendrás ganas de echarme de una patada a cualquiera de
esos planetas, estrellas o lo que sea y olvidarte de que existo, así que seré
rápido. – Hizo una pausa, pensando qué decir con exactitud. – No es amor. –
Dijo sin más. – Entre mi hermano y Salamandra no hay amor, es solo la
satisfacción de una necesidad. Vivimos en esta maldita nave y no podemos
relacionarnos con el exterior, porque tenemos una espada pendiendo encima de
nuestras cabezas. Si confiamos en alguien incorrecto, morimos. Nosotros y el
resto. No podemos poner la vida de los demás en peligro de ese modo, así que
vivimos aquí, recluidos. Solo nos tenemos mutuamente y… acaba pasando. Lo suyo –
no especificó a qué se refería, ambos lo sabíamos – surgió antes de que tú
llegaras. Simplemente, porque solo Thunder (y Sparks) eran capaces de tratar
con Salamandra. Entonces, mi hermano y ella pasaban mucho tiempo juntos… y…
pasó sin más.
>> Pero no hay nada más entre ellos que… la relación física –
carraspeó, tan incómodo como yo, pero no se detuvo. – Thunder no la ama, o al menos eso me ha
dicho. Pero no importa lo que sienta mi hermano, en realidad. La cuestión es
que… Salamandra está bastante muerta por dentro.
De pronto, se detuvo. Lo miré, buscando la razón de
su repentino silencio. Estaba pensando en algo, concentrado. Finalmente, negó con
la cabeza. Me miró, esperando que dijera algo, pero yo no sabía que responder
ante todo aquello. Mi cerebro no estaba listo para procesar la información aún,
la estaba almacenando para luego ser capaz de entenderla poco a poco cuando
volviera a funcionar.
-
Bueno, quizá el término no está bien. Muerta no
es la palabra. Quizá… desactivada. Es como si sus sentimientos tuvieran un
botón de apagado que alguien, probablemente ella misma, hubiera pulsado para
dejar de ser… humana. Débil. Vulnerable. – Suspiró. – Ha sufrido mucho, así que
es comprensible esa especie de escudo. Pero lo que te quiero decir es que
Salamandra, tal y como está ahora por dentro, no es capaz de amar. Ni a mi
hermano, ni a nadie. – Volvió a detenerse
y esbocé una sonrisa casi inexistente, esperando el golpe final, con el que me
remataría. - Tampoco a ti, Sky.
Asentí con la cabeza y, de repente, sentí ganas de
reír. Ya eran dos las personas que me venían con el mismo cuento en los últimos días.
-
Ella me lo advirtió. Me dijo que no me enamorara
de ella. – Le conté a Lightning en un susurro confidencial. – Pero ya era
demasiado tarde.
-
Lo suponía – asintió con la cabeza. Flexionó las
rodillas y se las rodeó con los brazos. – No la culpes. Está demasiado rota
para poder ser normal, para permitirse sentir o querer ser feliz, no si su
felicidad se basa en la confianza en los demás.
-
Me gustaría poder demostrarle que no siempre es
igual, que no todas las personas quieren hacerle daño. Enseñarle que yo la
querría de verdad. – Las palabras se me escaparon, atropellándose unas contra
otras para salir de mis labios lo más rápido posible. Supongo que mi cerebro no
funcionaba del modo correcto, seguía demasiado confuso e irrazonable.
-
A mí también me gustaría, pero ella nos deja a
todos fuera de su escudo de impasibilidad y es imposible alcanzarla de verdad. Solo podemos arañar la superficie
de quién es. – Soltó una carcajada corta
y carente de humor. – Ni siquiera sé su
verdadero nombre y la conozco desde hace muchos años.
Después de eso, los dos volvimos a perdernos en
nuestros pensamientos. No sé en qué estaría pensando Lightning mientras nos
dirigíamos a ninguna parte, sobre la cubierta de la nave y desafiando a la
gravedad, pero yo no podía quitarme a Salamandra de la cabeza, aunque eso tampoco
era una novedad. Sorprendentemente, las palabras de mi compañero me habían
tranquilizado, porque ahora sí entendía que tenía razón, que Thunder y ella no
compartían sentimientos realmente.
-
¿Sabes qué? – solté sin más, una vez alcancé mi
conclusión particular. – Voy a intentar curarla. Conseguiré, de algún modo,
penetrar en sus escudos, tiraré abajo sus defensas y la obligaré a darse cuenta
de que la queremos, de que vamos a cuidar de ella. Y de que podríamos ser
felices juntos.
Como respuesta, Lightning se rió. Luego, me colocó una mano en el hombro.
-
Suerte, Sky. – Dijo, mientras se levantaba para
regresar dentro de la nave.
Desapareció a través de la puerta en apenas un par
de segundos, antes de que le pudiera contestar. Sonreí.
La voy a
necesitar, Lightning. De verdad que sí.
Esta entrada no engaña a nadie. Es un poco (bastante) insípida, pero era lo que tenía en mente hacer y aquí esta. A esta historia, a Salamandra y Sky, no le queda demasiado, aunque quizá me equivoque y resulte que sí. No puedo asegurar nada.
De nuevo, repito que mi blog posiblemente esté comatoso en los próximos días, aunque me planteo escribir un par de continuaciones de Daerys y Matt, pero no es seguro. Solo es algo que estoy moldeando en mi mente y, si se convierte en algo bien formado, lo subiré.
p.D. Siempre cumplo mis promesas, eh.
Bulletproof heart. ADORO el título de la canción (traducción: corazón a prueba de balas), y creo que no podría quedar mejor en esta entrada. Ay, Salamandra, a ver si Sky acabará consiguiendo darte una descarga de 200 vatios y reactivará tu corazón aletargado.